se han escondidos los momentos
enrollados en un hueco de vejez,
empapados en un mar de corazones,
como cajita de cristales,
colocados a empujones,
tus años se han revelado
como prisión injusta,
decidiendo por si sola
que tu mente esta loca,
que ha olvidado las notas,
que ha quemado los deseos,
que ha quebrado en un cuento,
los vestigios del tiempo.
senilidad, o mal de olvido,
¿Como llamar a la inocencia
de la niñez que ha retornado
a tu cara, a tu mirada?,
¿Como encontrar una repuesta
al olvido de toda una estadía?
y es que sin tus atardeceres,
soy como una vela encendida,
una luz en el secuestro
una maleta cerrada
al delicado silencio,
una estampa que reclama
el jarabe o remedio,
al sencillo encuentro
que batalla luchando
por la búsqueda,
de los felices momentos.
los años han llegado a su fin,
la vejez en un dulce encuentro
con lo natural del misterio,
el tiempo ha transcurrido,
y solo nos queda el asilo
de la juventud de un pasado
atesorado muy dentro.
Efesios 4, 22-24”- “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad".
