Una ventana es abierta
para el que no te conoce
sumido en su defensa
se apropia el destino
en ocultar su sello,
el velo se rasga
si alguien lo estima,
desciende en su humareda
por su propio dominio,
se asoma a la sombra
al pie de su ventana
rodeada de negra cortina,
a ver si el sol y la luz
pueden con solo un dedo
vestir su disfraz,
se tizna un instante
en su claro fulgor,
se apaga la llama,
calientan las olas
y despierta un mañana.
Todos quieren asomarse
a la famosa ventana,
prefieren acercar su perfil,
no señalan avistar
su digno horizonte,
no advierten el peligro,
no advierten el riesgo,
a que se exponen.
Cerrada la puerta
reparan mis ojos
es mejor percatar
que no penetre la sombra
ni la gravedad
de un despliegue de plagas
que se han de aflojar.
Voces inmersas
abren su ventanilla,
en un marco de errores
suelen internarse a su vez,
es serio, es grave,
porque no perciben la magnitud
de su abandono y alejamiento
al cerrarse al misterio
desatan un aire de duda y abofeteo.
Salmos 102, 3.- “Porque mis días se han consumido como humo”.
