Buscaré en tus ojos
si hallo paz,
se deslumbra la calma
y la tempestad arriesga
todo su esplendor
navegando contra corriente,
es valiente y guerrero
y no se exime de sus intereses,
no se donde ha llegado
porque ha remado sin parar
y no ha prestado su oído
al penoso objeto en su horizonte
lejano pasadizo
sereno y voluntario,
exento de penurias,
venturoso valor
apreciando su estimado dolor.
No hay paso para abrir
esa puerta desconocida
solo la avienta
a un terreno infértil,
una verticalidad animada
de un supuesto disfraz
que convence su autoría
con desmedido fervor,
no entiendo tus armas,
no abrazo tu abrazo,
no es sensible esta carga
porque no está dispuesta
a comprobar que lo imagina todo,
que en su mente escabrosa
no hay simiente alguna
que derroche un lavado de virtudes
apegado a lo ideal
ha de acabar en miseria
porque es su culpa
en este insignificante final.
Me despido
de sus horas de hielo,
de sus fríos cuentos,
me despido de sus alborotos
cuando respiro su socorro
y en el auxilio de esta historia
continúa enamorada
de su brillo y su esbeltez,
del loor de su vejez,
de su callada impaciencia,
de su mortal insuficiencia.
No es el detalle
en su conformismo
lo que sofoca la verdad,
la hace cruel y real,
la libera en su esfera
manipulada de emoción,
la abandona en un cajón
sellada de esperanza,
no quiere seguir
en un estado inerte
porque sabe que da más
se conoce como se conoce
y extiende su brazo
al amplio mar de cambios
que el mismo remedio
ha de cosechar,
y es un mal de conformidad
que a sí mismo ha de trabajar.
Atraparé en esos cambios
la transformación que trastorna
la inútil espera,
se cuelga en un manantial
de adaptables intentos,
ya no más momentos serenos,
ya no más sutilezas,
ya no más creaciones baratas.
Busco lo etéreo y normal
en la cara a lo apacible,
busco la paz
en los dotados secretos,
en el velo de tu antojo,
el transformado paso
de mis tormentos
y dejaré eternamente
el conformismo de los hechos.
