Lluvia,
trae consigo su olor,
su aroma a mojado,
destila el sabor a tierra,
renovando las energías,
cargadas de melancolías,
de sórdida embriaguez
y de recuerdos imborrables,
lumbrera de abril,
cosecha de amor,
regala un abrigo,
surtiendo el color,
te regalo un espacio tibio,
la compañía cálida
que cubre mis deseos
en la posibilidad de un momento,
entrando en tu silencio.
Lluvia,
en tu sonido de a golpes,
cayendo sobre la ventana
usurpa tu lugar un sueño,
para internarse en los recuerdos,
ganando con tenerte,
con tocarte, con escucharte,
y acaban mis tormentos
con las huellas que
se esconden en el vacío
del rastro sobre la almohada.
Seguirá lloviendo,
destilando agua cristalina,
en el regadío temporal,
gotas tras gotas,
se liberarán los pesares,
opacando el tiempo
y regando tu perfume.
Extrañarte,
es simple e informal,
y el empape de unos versos,
mojan la poesía de ademanes,
con el fruto de una imagen,
que continúa viva,
la llama del amor
no se apaga en su quemadero,
entonces, veré tu rostro con alegría,
claro como el agua que corre
y se unirá tu mirada a mi por doquier.
Ezequiel 34, 26.- “Y daré bendición a ellas, y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán”.
