Comprueba tantas veces
en el despoje infinito
lo que conmueve una azucena
en el detalle más mínimo
¿Qué guardará tu silencio,
tu penumbra?,
¿Quién consuela esa falla
envuelta en la amargura,
y en la cruel desesperanza
en un mundo materializado
en la sospecha de tu molestia,
y el hastío por el qué dirán?,
estás inmune ante el caso,
no percibes cuán lejos ha de llegar
esta sobria condena
que ahuyenta el descontento
con la madre tierra.
Es la amenaza
la que acelera tus vueltas,
te hace rígido como piedra,
sediento y apagado,
te has declarado incapaz,
porque no es vehemente la mudez,
es insólita y carente
de especial sensibilidad,
hace fiesta con las luchas,
que adormece en su mutismo
la silente maldad.
Vendo tu silencio
por la pena de un cuento,
cuento el mismo cuento
para descubrir lo que
guardan tus veredas,
lo que se aísla a tu orilla
sorpresiva e infinita,
ansío tus noches de gloria,
tu seguridad en el mañana,
y solicito el despido
del pasado de tu cara
en el portal de mi ventana,
se que es pobre este peldaño
que desdeña este sentido,
se que asusta y tiemblo,
porque pide lo que pido,
duele porque se asienta en un pajar
de deshonrosa tentación,
se que a tientas puede reconocer
lo que dicta el corazón.
¿Qué conmueve tu intolerancia?,
¿a qué le temen tus impulsos indiscretos?,
al retozar con un arco
que circundan en desleal momento,
¿qué arrastra tu pena?,
¿qué debilita tu asomo a tu sombra?,
usurpan tu lugar en mil volteretas,
sacuden tu pesar en mil maneras,
derrotan el vigor a que te sujetas,
abrazando una sospecha,
en el incierto son de tus canciones
dibujadas entre flores y violetas.
