Se oyen los gritos de desesperación,
ajustes y pesares entrelazados,
en el inefable espanto del sonido
por un dolor inmenso
o un apretado olvido,
o quizás un vil secuestro,
o una maleta de recuerdos
llenos de interminables inquietudes
donde no sopla el viento,
sino el rumor de ecos
que invaden en su fuerza
sin apreciar los desentonos,
en un mar de sollozos
que duermen en el silencio
en el mudo espacio se anota
un punto a la indiferencia,
a la intolerancia absoluta,
y a los desajustes del destino,
se han transparentados por el llanto,
desatado gota a gota,
flota una lluvia de desesperanzas,
confiando en que ha de acabar,
ese final incesante y atrevido,
en el total aprieto de impaciencia,
conjugan los verbos sus atributos,
destapan la tapa del esmero,
corriente de agua que emana,
un triste estado de consciencia
que llega al tope del límite.
En el lloro, se encuentra la llave
al crecimiento oportuno
de un lindo carácter,
allí se graduaron los hechos
para hilar un nuevo comienzo,
y tomó su lugar un propósito
para tejer en una lágrima
el desahucio de un lento proceso,
proceso que sana, que alimenta,
que suma y no resta,
proceso de gloria, bienvenido seas,
si se destapa con esto,
la magia de las sorpresas.
Prefiero la paz a los sobresaltos,
sobrevivo si respiro en el loor de sus encantos,
prefiero mil veces color y abrazos,
y muero en la risa y no en el llanto.
