LOCURA POR TUS COSAS

Enloquecido se alinea
un sentimiento sujeto
al conocimiento perfecto,
ajustado a tu figura,
se escarnece mi paranoia
por el afán de tus cosas,
detalla este loco corazón
la sencillez de un reposo
inminente y sereno,
un lunático deslumbre
ocurrido a deshoras,
respuesta de ondulantes delirios
en el arrebato de tus secretos.

Arranque de hábiles maneras
furia de consuelo,
allí, se exalta una perla
en su claro fulgor,
encendiéndose hasta morir
se revela ante tu presencia,
al señuelo de esta tierna insensatez
para armar tus cuentas
en este anormal encuentro
con la dura realidad.

No hay razón que soporte
no hay razón que aguante,
la incoherencia de este pecho
al desmayar ante tu lecho,
al sonreír en tus caminos,
adulterando las palabras
en tus fieles propósitos
en el atrapado desorden
que has resuelto restaurar
en su sano juicio y nada más.

Le denominan locura
a tu estado ideal,
de poco seso, al ir más allá,
de moderada prudencia
si nos da por hablar
del placer de las cosas
y de la belleza de tu reino,
y de los talentos enormes
que has de depositar
en un alma que discierne
y que hace mucho tiempo,
descansa sosegadamente
en tu especial tranquilidad.

Se turbarán mis sentidos
en busca de tu altar,
correré ese riesgo
aunque tenga que pagar
todo un precio al exaltar
que solo en ti, encontré la paz,
solo en ti, hay verdad,
solo en ti hay sanidad,
solo por tu nombre y tu andar,
prefieren algunos llamar
una gran barbaridad,
un tino en desacierto,
una fuente inagotable,
el trastorno insensible,
cargado de imprudencia,
y ceñido únicamente
en la loca irrealidad.

Perdónales gran amigo,
que no saben lo que hacen
ni conocen tampoco
la inmensidad de su maldad.

1 Corintios2, 14.- “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.