LA REALIDAD DE UN SUENO

Viertes todo el loco
pasaje de la historia
en un solo contenido,
anotas cada huella, cada sueño
en las razones arrastradas
por su gran peso,
es el detalle más concreto
de la vaga suficiencia
de los hechos.

Vas inflando un globo
de inquietantes ambiciones,
sorteo de fugaces ansias
destinadas a un margen sin límites,
sosegado extremo de pasiones
enraizadas en un manojo
de utópico final,
alucinante remedio
a la inútil costumbre,
espejismo del alma sin salida,
quimera de vuelcos imperantes,
brote de delirios,
engaño a cuesta,
aparente ánimo suscitado
en un golpe de magia y desorden.

Abusa el hombre
se excede en el bien y en el mal,
se jacta del mundo
y de la humanidad,
vicio de lo que es sí,
vicio de lo que es no,
osado remanente en lo inseguro,
ocupado en el rebote
del lado oscuro.

Medir la profundidad
de los sueños se convierte
en un ideal irrealizable,
buscando todos en sus fantasías
revivir nuevamente,
al morir su pasado
comenzando una nueva faena,
despertando en la mitad misma
de la realidad y las sorpresas
que la propia vida
nos tienta a descifrar
una realidad infinita y estrecha,
en el amargo chasco
que nos espera,
cuando no hay
aún una respuesta.

Oprimir el botón
de los recursos,
parado en la brecha
de los desafíos,
es la clave sublime
de los ideales,
vivir por ello resulta,
el despertar
en las luchas y secretos,
buscando razones y realismo,
buscando la fascinante gracia
del atractivo abierto
a nuestros deseos.