TIMIDA SONRISA

Se ha volteado la hoja en su sofoque,
se espantó en su regio susto,
porque supuso que desplumar
el canto a su estado desnudo,
sería la escandalosa turbación,
jugó a la ruleta rusa,
atravesando el desierto
en su vil vergüenza,
en un inmenso mar
de complejo drenaje
lustrando su árido paisaje,
y el arrebato de sequía,
que a su paso continuaba
olvidándose del tiempo,
no bromeaba en su pulido
el brillo de ese curtido diamante,
tampoco habrían excusas,
para un implante de entusiasmo,
sin avistar la corrida traicionera
que se encargó de lavar sus culpas,
se refugió en el fondo,
justo en el lugar indicado,
inicuo e irreprensible,
el que en su permisivo descanso
y en la humedad sobria
de una tímida canción
crecía añorando el beso esperado
del puro calor del amor.

Era su sonrisa
la que se vestía de naturalidad,
era la sonrisa en su rostro
la que despejaba toda agonía,
era la abrumadora sonrisa
la que en su despegue
se adueñaba de su vergüenza,
la escondía de sus miedos,
en el valor de sus secretos,
olvidándose del tiempo,
como literal fantasía
en su fiel gravedad
se estrenaba en su rubor
delirando al pasar,
se había ido por un túnel,
se curtía en soledad,
solicitando compañía,
no rendía sus cuentas
porque a nadie repartía caricias
solo sonreía y sonreía
en el umbral de sus mejillas
apartándose de ella en sus dulces días
y pidiéndole de rodillas a su boca
QUE RIA, QUE RIA, QUE RIA.

Isaías 61, 10.- “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas”.